jueves, 9 de noviembre de 2017

Placeres

Placeres.

Despertar tarde y hacer conciencia de que amanecí en sábado, ponerme otra vez la cobija, darme la vuelta y dormir otro rato. 

La llegada de la primavera, el calor, las flores, comer sandía.

Amo el otoño y su aroma a mandarina y cempasúchil. El día de muertos y ver como el viento mueve el papel picado. 

Amo el alma de los poetas, las manos de los ancianos, los ojos de las abuelas. 

Me gusta comer elote, meter las manos a la tierra, sentir su frescura y poner una semilla. 

También me gusta oler el romero, la sopa de estrellitas, las entomatadas y que me preparen pozole en mi cumpleaños. 

El olor y sabor de café con canela. 

Me gusta ver a la gente que besa con respeto las manos y la frente de otros. 

Disfruto escuchar la música triste cuando estoy triste, la voz de Violeta Parra, poner la misma canción muchas veces, el lugar común. 
Me gusta sentir que las lágrimas alivian el alma. 

Me emocionan las personas que leen bonito en voz alta, fuerte, claro.
Me gusta escribir cartas, los lápices de colores, que la basura del sacapuntas se haga espiral. 

La intensidad del mar, su locura y su calma, pasar horas mirándolo de frente, escuchar su música de inmensidad; sentir la arena en los pies, en las manos, la brisa en la cara. 
Las caracolas. Saberme pequeña. 

Me gustan las preguntas curiosas de los niños, verlos correr incansables y también inalcanzables.

Amo el color de las montañas, de lejos se ven azules, de cerca se miran verdes; y sentir sus formas como un abrazo. Me gustan las piedras con cuerpos raros y guardarlas, porque cuando las veo me acuerdo del lugar en que las levanté. 

Me gusta la gente que en lo último que piensa es en competir, la que ya sabe quién eres sin conocerte (porque siente).
La gente que te mira a los ojos mientras escucha. 
La gente que escucha. 

La solidaridad, la rebeldía, los ojos de los zapatistas, su disciplina, sus pasos.
El calor de su palabra.
Lo que significan sus palabras: “compañera”, “compañero”, “nosotros”, “cabal”. 

También me gusta el sonido de otras palabras: caricia, abstracto, daltónico, éxtasis, júbilo, queso, viña, falaz, fugaz, piel, vereda, bandido, clandestino, son, menjurje, bruja, cosmos, exilio, Inti, coconito, cóndor, mariposa, biznaga, candela, dentífrico, bolígrafo.

Me gusta que un libro me haga ir al fondo del alma y regresar, las películas que me hacen llorar.

El espejo “yo soy tú, tú eres yo” de las mujeres.
Que a los varones se les quiebre la voz.

Amo el frío y la oscuridad de la noche, las formas de la luna, las estrellas fugaces como la vida, me gusta ver el parpadear de las estrellas, imaginar sus revolucionarios incendios que yo sólo puedo ver como un pequeño pálpito de llama de vela. 
Me gusta que al caminar me siga la luna. 

Me gusta el olor a leña quemada y árbol de guayaba porque me recuerdan a la casa de mi abuela. 

El silencio.




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